Mi madre ya no sabe ni apagar su Smart TV: la "brecha digital" invisible que nadie quiere resolver
Hoy en día, la tecnología es imprescindible en nuestras vidas, y en muchos aspectos las ha vuelto más cómodas. Ahora bien, la obsesión por la innovación ha dejado a muchos atrás, por simple desconsideración hacia quienes no son capaces de seguir el vertiginoso ritmo de las grandes multinacionales tecnológicas.
El problema no es el avance en sí, sino que no se piensa ni por un momento en las personas mayores, o con distintas diversidades funcionales.
Las empresas se llenan la boca son supuestas mejoras de accesibilidad, pero no sirven de nada cuando sus productos tienen muchos detalles innecesariamente complejos, que ni siquiera aportan nada útil.
El caso de mi madre es un claro ejemplo: al pulsar un instante el botón correspondiente, su Android TV se apaga con normalidad. Pero al mantener el botón de apagado un instante, sale un menú de confirmación, para apagar por completo la TV, en vez de ponerla en stand-by.
Para los ingenieros de Google, un simple "Aceptar" o "Cancelar" es trivial, pero muchas personas no entienden las interfaces actuales. Usar los cursores y el botón de confirmar en el mando a distancia es algo que mi madre, una mujer de 72 años, no ve nada intuitivo.
Hay muchísimos ejemplos de este estilo. Por ejemplo, la última vez que actualizaron la app de teléfono en el móvil de mi padre, no era capaz de coger las llamadas. El cambio era tan sencillo como tocar el icono, en vez de deslizar, pero para él no era algo perceptible a primera vista.
Los mismo ocurre cada vez que un fabricante de Android reorganiza su capa de personalización, generado dudas a millones de personas, o que una red social popular cambia algún elemento básico de sus apps.
Tenemos especialistas de UX, pero muy poca sensibilidad
Existen especialistas en interfaces de usuario (UI) y experiencia de usuario (UX) que podrían tener en cuenta este problema. Las empresas dedican muchos recursos a estos temas, es cuestión de tener un poco en mente a las personas mayores, nada más.
Por ejemplo, se cambia sin necesidad el funcionamiento de muchas apps básicas, para darles un nuevo estilo, aunque no se aporte ninguna mejora concreta.
Algo que debería realizarse con mucha prudencia en aplicaciones, sistemas operativos y servicios básicos. Es comprensible que en un avanzado programa de edición de fotografía, o en un videojuego de PC se dé por hecho que el usuario se maneja bien con la tecnología.
En cambio, en el software básico para todo el mundo, debería primar la simplicidad y hacerse pocos cambios, pues no todos son capaces de adaptarse al mismo ritmo.
De Windows 8 a Google TV: una historia de complejidad innecesaria
Un ejemplo trágico fue el completo rediseño de Windows 8, que dejó a muchas personas sin saber usar su PC. Por no hablar de los millones que perdieron las empresas enseñando a sus trabajadores a controlar el nuevo sistema.
En este sentido, hay que reconocer que Apple hace las cosas mejor que Google. En iOS los cambios en la interfaz no son tan habituales y se mantiene bastante la consistencia. De hecho, mi padre tiene un iPad que le genera una cantidad sorprendentemente baja de dudas.
En cambio, en Android se disparan los problemas, y no parece que la solución sea sencilla. Las capas de personalización de cada marca son un reto, y la propia Google actualiza más de lo que debería sus propias apps.
Es cierto que muchos fabricantes incluyen un "modo fácil" en sus interfaces, lo que supone una ayuda. También que las apps básicas como el teléfono o los mensajes suelen ser las propias de Google con cada vez más frecuencia, facilitando las cosas a los usuarios.
Otro grave error es el enfoque de Google TV/Android TV en las funciones inteligentes, que dificultan a muchas personas usar su televisor. Aunque Samsung y LG también han complicado su manejo, por ahora son bastante más intuitivas.
Hay que romper una lanza a favor de WhatsApp, que es bastante conservadora a la hora de hacer cambios. Incluso en el reciente rediseño de WhatsApp para Android, las funciones básicas se mantuvieron en la misma ubicación, evitando confundir a los menos expertos.
Por otro lado, los nuevos asistentes de voz basados en la IA abren un futuro prometedor, pues es una manera natural e intuitiva para controlar la tecnología sin apenas conocimientos.
Mi conclusión es clara: los ingenieros de Silicon Valley deberían pensar más en sus madres, y entender que su obsesión por innovar en determinados aspectos está creando una innecesaria "brecha digital" que deja atrás a quienes no pueden seguir este vertiginoso ritmo.
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