Para disfrutar de la red de redes hacen falta una cierta cantidad de aparatos (hardware) y programas (software). Uno de ellos es el módem, confundido normalmente con el objeto de nuestro artículo: el router. Para que puedas distinguirlos te explicamos qué es exactamente un router y para qué sirve.
Llamado también rúter o enrutador, seguro que casi cualquier lector tiene uno en casa, lleno de lucecitas y algún que otro cable. De forma muy simple podríamos definir el router como el aparato que permite conectar distintos dispositivos (ordenadores, tablets, móviles, etc.) a una misma red.
Cómo mejorar la cobertura WiFi
Actualmente los routers son máquinas de pequeño tamaño (menos que un reproductor de DVD o Blu-ray, por ejemplo) con capacidad para enlazar varios equipos a la vez por cable Ethernet (RJ-45) o WiFi. En casi todas las casas y empresas en las que se necesita conexión a Internet existe uno o más de estos aparatos, normalmente proporcionados por el operador de Internet.
Aparición del router
De igual modo que casi todas las tecnologías de Internet, tenemos que retroceder a los años 60 del siglo XX y al proyecto ARPANET, la primera red informática de la Historia.
Allí, para poder enlazar dos simples computadoras de la época surgió la necesidad de un tercer elemento que pudiese gestionar la conexión: el IMP (Interface Message Processor). Este invento, una suerte de primitivo servidor, también funcionó como un prototipo de router desde su creación en 1972.
Con los IMP dos o más ordenadores podían comunicarse, pero quedaba mucho camino para perfeccionar la naciente red. Uno de los adelantos más destacados fue la creación de los protocolos TCP/IP, el estándar más empleado a día de hoy. La empresa Xerox, por su parte, creó el suyo propio, PARC Universal Packet, aunque no gozó de mucho éxito.
Suele atribuirse el mérito del primer software enrutador auténtico a los ingenieros Jon Postel, Jim White y Virginia Strazisar entre 1975 y 1976, aunque hubo que esperar a 1981 para disponer de los primeros routers multiprotocolo.
Con el tiempo se empezaron a fabricar dispositivos específicos de pequeño tamaño que contenían todo el hardware y el software, básicamente los modelos actuales, si bien al principio no disponían de los distintos tipos de WiFi actuales.
El router en funcionamiento
Las primeras redes domésticas y profesionales podían llegar a ser muy simples. Un único equipo se conectaba a la línea telefónica para enviar y recibir información. Pero con el progreso de la tecnología y el abaratamiento de los productos esta situación cambió.
Por ello, desde hace varias décadas no es extraño encontrar casas y oficinas con más de un ordenador que necesitan conectarse usando la misma línea. Es algo parecido a pasar de tener una carretera para un coche a que varios vehículos tengan que compartirla.
El ejemplo se puede complicar fácilmente siguiendo la comparación automovilística, puesto que no todos los vehículos van siempre al mismo sitio. Las redes informáticas funcionan de manera muy parecida.
En una oficina, por poner otro ejemplo muy claro, algunos ordenadores se comunicarán entre sí, pero otros llamarán a dispositivos fuera de las oficinas, ya sean clientes, colaboradores, páginas web, bases de datos o cualquier otro punto para intercambiar información.
Para poder ordenar el "tráfico" que se forma se crearon los routers o enrutadores, entendiéndolos como un conjunto de componentes físicos (hardware) y lógicos (software).
Uno de esos elementos físicos es el módem, el responsable de la conexión con la red telefónica en exclusiva, sin gestionar el tráfico en sí. Por ello no es raro hablar de módem-router, aunque no es el término más actual.
El router permite que dos o más dispositivos se conecten a la misma red y les proporciona una ruta independiente, un camino a seguir para su conexión. Este proceso suele ser dinámico, por lo que el dispositivo cambia, en tiempo real, las rutas proporcionadas para la transmisión de datos.
Esto no significa que no exista un enrutamiento estático, proporcionando un camino fijo entre equipos. Para configurarlo, es posible acceder al router desde un ordenador y navegar por las opciones que suelen aparecer en la interfaz de usuario.
Como elemento que permite unir nuestro equipo a la red se presta a ser una puerta a posibles ataques e intrusiones. Actualmente cuentan con un firewall que puede configurarse para evitar accesos no autorizados y malware, pero no es la única medida de seguridad.
Para acceder a la interfaz de configuración es necesario emplear una clave proporcionada por la empresa de telefonía o el fabricante del router. No obstante, es conveniente cambiar la contraseña del router, puesto que la que viene de serie suele ser demasiado sencilla.
Una vez familiarizados con el menú de ajustes, tampoco está de más renombrar nuestra red WiFi, o incluso cambiarla como "oculta". Si un usuario ajeno quiere conectarse, primero debería adivinar el nombre de la red, lo que supondría un filtro más de seguridad para nuestro router.
En conclusión, el router es la puerta de acceso a Internet de nuestros dispositivos, ya sea uno sencillo que nos regale nuestro operador o uno más avanzado que compremos, se encarga de enviar el tráfico a la red, protegernos de ataques y crear un acceso WiFi.
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