Conectarse a Internet requiere de un importante conjunto de elementos de hardware y software. Sin embargo, el esquema básico no es muy distinto del de la telefonía tradicional. En este caso, los equipos se conectan a otro dispositivo, llamado servidor y aquí te explicamos qué es.
Cuando llamamos por teléfono nuestra señal no llega directamente al número deseado, pasando por una serie de redes de comunicación muy complejas. Uno de los elementos de la red son las centrales, puntos en los que se establecen las conexiones.
Tanto en las viejas centralitas manuales como en los centros actuales existen grandes máquinas que permiten enlazar teléfonos entre sí. De manera muy parecida funcionan los servidores, grandes aparatos llenos de luces y cables responsables del Internet que disfrutamos hoy día.
En ocasiones los servidores se usan para conectar otros equipos, en otros casos son quienes "sirven" el contenido alojado en Internet: páginas web, archivos en la nube, música y vídeo en streaming y muchos elementos de las aplicaciones (mapas online, documentos, tiendas digitales, etc.).
Realmente, los servidores no se diferencian demasiado de nuestros ordenadores personales en cuanto a su mecánica, aunque sí en sus dimensiones. Mucho más grandes y complejos, un servidor puede contar con varios procesadores, mucha memoria y una gran capacidad de almacenamiento, muy superior a la del mejor equipo doméstico.
No obstante, aunque el término "servidor" suele hacer referencia al hardware, también incluye software o programas que permitan conectar dos o más equipos a una red.
Génesis del servidor
De la misma forma que en tantos otros elementos de la red de redes, para rastrear su origen tenemos que retroceder a los años 60 del siglo XX. El proyecto ARPANET posibilitó el comienzo de la comunicación entre ordenadores y fue el precedente de Internet.
Para crear las primeras redes entre universidades fue necesario usar unos dispositivos que se encargasen de gestionar las conexiones. Recordemos que en aquellos tiempos las computadoras eran mucho más limitadas que las actuales.
Las máquinas para enlazar fueron ordenadores dotados de módems y equipamiento especial. Recibieron el nombre de IMP o Procesadores de la Interfaz de Mensajes.
Esta primera red dio paso a Internet a finales de los años 80 y su popularización, a comienzos de los 90 llevó a la creación de máquinas más potentes y complejas. El hardware aumentó mucho sus requerimientos pero el software también floreció, con programas y protocolos específicos.
Routers, módems y el DNS, son tres elementos que empezaron a formar parte del sistema de servidores antes de terminar el siglo. También los sistemas operativos implementaron funcionalidades para conectarse a Internet de forma más ágil.
Esquema cliente-servidor
Antes se ha comentado lo similar que es la conexión a Internet con la telefonía tradicional. Es otra forma de comunicación que no difiere demasiado y, de hecho, las conexiones a veces se siguen realizando por líneas telefónicas, aunque actualmente usan sobre todo fibra óptica.
Resumido de manera muy elemental, el modelo de funcionamiento se denomina "cliente-servidor", concibiéndolo como un sistema con dos clases de elementos básicos.
Un ordenador, una tablet o un simple teléfono, cualquiera que sea nuestro dispositivo para conectarnos, es el "cliente", que manda una petición a otra máquina más compleja llamada "servidor".
Si la conexión es correcta y el servidor accede a la petición del cliente, la información del primero (páginas web, correo, datos, etc.) llega al segundo. Si hay interacción, la redacción de un informe o rellenar un formulario, por citar dos ejemplos, el cliente puede mandar esa misma información al servidor.
Guardar y manipular información es fundamental en servicios como el correo, pero también al comprar por Internet. Así podemos crear bases de datos con datos de clientes, documentos para compartir y todo lo que circula por la red. Pero los servidores, por potentes y fiables que sean, tienen sus limitaciones que se traducen en el número de conexiones que proporcionan al mismo tiempo o la capacidad de almacenamiento.
En ocasiones, pueden fallar y apagarse, haciendo que el servicio se ralentice o incluso se interrumpa. Cuántos de nosotros no hemos sufrido más de una vez la caída de un servidor, por ejemplo, cuando WhatsApp está caído.
Aparte de la distinción entre servidores físicos (hosts) y lógicos (de software), existen otras formas de clasificarlos por sus funciones (dedicados, bases de datos, gaming, etc.). Uno de los tipos más conocidos son los servidores web, que almacenan las páginas y permiten interactuar con ellas.
Cuando el creador o administrador de una página realiza cambios en ella, puede hacerlo desde su equipo, en su domicilio o en la oficina, pero tendrá que enviar esas modificaciones al servidor donde está alojada.
Algunos programas como Apache permiten convertir un ordenador personal en un pequeño servidor, algo ideal para practicar con las tecnologías para crear páginas web.
En resumen, un servidor es el equipo que responde a nuestras peticiones en Internet, sea cual sea la página, app o plataforma que utilicemos, detrás de ella hay un ordenador especializado que entrega la información solicitada.
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