Review: Xbox Series X, un brutal salto de generación en espera de juegos a la altura
La llegada de una nueva generación de consolas es un acontecimiento que ocurre, con suerte, cada 5 años, y en esta review de Xbox Series X vamos a desentrañar todos los detalles de la máquina con la que Microsoft se enfrentará a PlayStation 5.
La propuesta principal de Xbox Series X es potencia, con gráficos espectaculares a resolución 4K y 60 fps (fotogramas por segundo), incluso alcanzando los 120 fps en algunos juegos. También tendremos HDR, que amplía el rango de brillo y color.
Además, gracias a la función Variable Refresh Rate (VRR) de HDMI 2.1 los fotogramas mostrados en el televisor se sincronizan con los generados con la consola, mejorando el tiempo de respuesta y eliminando errores gráficos.
Muchas de estas funciones exigen un televisor reciente, así que no es de extrañar que junto a Xbox Series X llegue un modelo más sencillo, la Xbox Series S, para aquellos que tengan una TV de resolución 1080p, o sencillamente quieran ahorrar.
Además, gracias al uso de un SSD las cargas de los juegos serán muy rápidas, e incluso podremos cambiar de un título a otro de manera instantánea, retomando en unos segundos la partida justo en el momento que la dejamos.
Xbox Series X se estrena con un catálogo de juegos pobre, especialmente con el retraso de Halo Infinite. Microsoft ha comprado varios estudios en los últimos años para ampliar sus exclusivas, pero todavía no han dado muchos frutos.
Luego repasaremos los juegos de lanzamiento, aunque la apuesta de Microsoft es muy clara en este sentido: en vez de pagar 60, 70 u 80 euros, como en PlayStation 5, nos anima a contratar Xbox Game Pass, que desde 10 euros al mes ofrece un catálogo cambiante de 100 juegos, incluyendo algunos muy atractivos, y todas las novedades de la propia Microsoft desde el primer día.
Con un precio de 499 euros, no se puede considerar que Xbox Series X sea barata pero, a quien no le atraiga coleccionar juegos físicos, la suscripción de Game Pass le puede suponer un ahorro muy importante con el paso de los años.
Un monolito negro difícil de colocar
Xbox Series X adopta un diseño poco habitual en una consola, necesario para disipar el considerable calor que generan su potente procesador y tarjeta gráfica. Opta por un formato vertical, como una torre de PC, en forma de monolito negro con base cuadrada de 15,1 x 15,1 cm y una altura de 30,1 cm.
De esta forma crea un único flujo de aire en su interior, donde incluso la placa base se ha dividido en dos para separar los elementos que más calor producen.
Además de un gran disipador con cámara de vapor, se ha optado por un único ventilador superior de gran tamaño (13 cm), que de esta forma no debe girar tan rápido, siendo en la práctica una máquina completamente silenciosa, excepto cuando lee un disco óptico.
Ya sabíamos que las dimensiones de Xbox Series X son grandes (aunque el tamaño de PS5 es mucho mayor), aunque viéndola en vivo no lo parece tanto. En el mueble de TV donde la íbamos a colocar no cabía en vertical, algo que imaginamos que ocurrirá en la sala de estar de bastantes compradores.
Este es el aspecto frontal de Xbox Series X:
Si bien ha sido diseñada para colocarse en vertical, también admite una posición horizontal, e incluso integra unas pequeñas bases de goma en un lateral para ello:
Esto supone un pequeño compromiso en el diseño, pues las patas de goma se ven un poco si la ponemos en vertical y, por otro lado, el colocarla en horizontal no es posible quitar la base circular que sirve de soporte:
En el frontal encontramos un puerto USB 3.1 Gen 1, además de la ranura para la unidad óptica y un total de tres botones físicos (no capacitivos) para el encendido, la sincronización del mando y para expulsar los discos:
En la trasera hay dos puertos USB 3.1 Gen 1, junto a la salida de vídeo HDMI 2.1 para conectar Xbox Series X al televisor. Además, integra un puerto Ethernet de 1 Gbps y la toma donde va un cable de alimentación tipo 8 estándar (la fuente de alimentación es interna):
La ranura ancha en la parte trasera sirve para conectar una tarjeta de expansión de almacenamiento, que añade un SSD de 1 TB a la consola, con exactamente el mismo rendimiento que el interno.
Cabe destacar que la rejilla de ventilación superior tiene unos toques de verde, no es iluminación LED:
Si bien se pueden conectar pendrives o discos duros externos a los puertos USB, los exigentes juegos de nueva generación solo funcionan si están almacenados en el SSD interno, cuya alta velocidad permite cargas muy rápidas.
Entre las carencias de conectividad en Xbox Series X destaca que no integra un puerto USB-C, que sí tiene PlayStation 5. También ha eliminado el emisor IR que en Xbox One servía para controlar el televisor desde la consola.
Por último, salida óptica de audio ha desaparecido, algo que también ocurre en PS5, pues los fabricantes consideran que quienes posean barras de sonido y altavoces home cinema actuales los conectarán por medio de HDMI y no la salida óptica, que ya tiene muchos años.
A nivel inalámbrico, Xbox Series X dispone de WiFi 5 (ac), por detrás del actual WiFi 6 (ax) de PS5, una diferencia relevante si pensamos que algunos operadores como Yoigo ya están instalando routers WiFi 6 sin coste adicional.
La conexión de mandos y auriculares utiliza un protocolo propio de Xbox, que ha sido optimizado en esta generación para reducir el tiempo de respuesta, pero manteniendo compatibilidad total con los anteriores periféricos.
Es decir, no podremos conectar dispositivos Bluetooth a Series X, pero el mando de la consola sí trae un modo Bluetooth para enlazarlo de forma sencilla a ordenadores y móviles.
Xbox Series X, especificaciones
Hace tiempo que Microsoft confirmó la ficha técnica de Xbox Series X, que recordaremos antes de proseguir la review, pues la potencia de la consola es su mayor reclamo. Estas son sus características completas:
- Procesador: AMD Zen 2 personalizado a 7 nm, 8 núcleos a 3,8 GHz (3,66 GHz con multihilo).
- Gráfica : AMD RDNA 2 personalizada de 12 TFLOPS, con 52 núcleos CU a 1,8 GHz.
- Memoria RAM: 16 GB GDDR6, bus de 320 bis (10 GB a 560 GB/s + 6 GB a 336 GB/s).
- Almacenamiento interno: 1 TB de SSD NVMe a 2,4 GB/s (4,8 GB/s con compresión).
- Lector de disco: Blu-ray 4K.
- Imagen: hasta 4K HDR y 120 fps (juegos) o 8K HDR (vídeo), con Variable Refresh Rate, FreeSync y Auto Low Latency Mode.
- Sonido: Dolby TrueHD con Atmos, Dolby Digital 5.1, DTS 5.1 y hasta L-PCM 7.1.
- Conectividad: WiFi 5 (ac) y Xbox Wireless (para mandos y auriculares).
- Puertos: HDMI 2.1, 3 puertos USB 3.1 Gen 1, Gigabit Ethernet y ranura para SSD de 1 TB.
- Dimensiones y peso: 30,1 x 15,1 x 15,1 cm y 4,45 kg.
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Apartado visual dependiente de HDMI 2.1
Ante de entrar a valorar la calidad visual de los gráficos, debemos pararnos en algunas de las funciones relacionadas con la imagen que soporta. No todos los televisores 4K son capaces de aprovecharlas, pues exigen un puerto HDMI 2.1, si bien hay modelos con HDMI 2.0 que admiten algunas de ellas.
En nuestra review hemos usado un televisor con HDMI 2.1, muy similar a la LG Nanocell 65SM910 que también hemos probado. Eso sí, casi todas las marcas ya ofrecen esta prestación en sus modelos de gama media-alta y superiores. Es necesario un nuevo tipo de cable de alta velocidad para HDMI 2.1, que por suerte viene incluido junto a Series X.
Entrando en materia, son básicamente cuatro ventajas de la nueva versión del conector de cara a Xbox Series X:
- Auto Low Latency Mode (ALLM): los televisores que lo soporten activarán el "modo juego" automáticamente al poner el canal de la Xbox Series X, reduciendo el tiempo que tarda mostrar la imagen desde que hacemos un movimiento en el mando.
- Variable Refresh Rate (VRR): sincroniza los fotogramas que muestra el televisor con los generados por la consola, bajando el tiempo de respuesta y eliminando tirones cuando un título no mantiene la tasa de fotogramas constante.
- 120 fps: aunque no está claro que muchos juegos vayan a alcanzarla, la resolución 4K a 120 fps requiere de HDMI 2.1 para funcionar.
- Vídeo 8K: en el gaming no se lograrán resoluciones 8K, pero los servicios de vídeo sí podrían utilizarlas, algo que de nuevo solo es posible usando HDMI 2.1.
No es necesario contar con todas estas funciones para disfrutar los avances de Xbox Series X, pero ya vemos que un televisor moderno resulta muy aconsejable. De todas formas, la vida de la consola probablemente sea de 5 años al menos, y en ese tiempo los televisores 4K con HDMI 2.1 se harán más populares y asequibles.
Sin olvidar que algunas marcas, especialmente Samsung, llevan desde 2019 lanzando televisores que soportan determinadas funciones de HDMI 2.1, aunque no admitan el estándar al completo.
En la configuración de Xbox Series X, dentro del apartado de pantalla, se muestra en detalle las capacidades visuales del televisor conectado, lo que reduce la confusión:
Una "bestia" gráfica por explotar
Xbox Series X presume de una potencia gráfica de 12 TB (frente a 10,3 TB de PlayStation 5), capaces de mover los juegos a 4K y 60 fps, e incluso a 120 fps en algunos títulos concretos.
También ofrece 16 GB de memoria unificada que posibilitan modelos más detallados, mejores texturas y mundos más grandes, a lo que ayuda la elevada velocidad de carga del almacenamiento SSD. Permite ray tracing, una técnica de iluminación avanzada, pero muy exigente a nivel de rendimiento, así que no sabemos si los juegos la utilizarán demasiado en la práctica.
Un detalle negativo es que no toda la RAM es igual de rápida, con 10 GB trabajando a 560 GB/s y otros 6 GB a 336 GB/s. Es un inconveniente para los desarrolladores, aunque no muy grande, y PS5 también tiene los suyos, como que reduce la velocidad del procesador cuando el calor resulta excesivo.
El procesador de Series X es de AMD, al igual que la tarjeta gráfica (PS5 usa componentes similares), con 8 núcleos basados en la arquitectura Zen 2 y fabricados a 7 nm. La potencia extra del procesador es tan importante como la gráfica, pues la tasa de frames por segundo depende en buena medida de él.
Las impresiones con los primeros juegos de Xbox Series X parecen confirmar que no le falta potencia, y la mayoría son capaces de alcanzar 4K y 60 fps. Ahora bien, dado que en estos momentos no tiene un solo juego exclusivo, no resulta sencillo estimar sus posibilidades futuras.
Es de imaginar que las capacidades gráficas de Xbox Series X brillarán cuando los desarrolladores dominen su arquitectura, y en cualquier caso estamos ante una "bestia" en potencia gráfica si pensamos que su precio de 499 euros es bastante asequible comparado con un PC gaming.
SSD, velocidad carga y multitarea instantánea
La gran novedad de esta generación de consolas, y razón de su precio inicial mayor que la anterior, es el uso de un rapidísimo almacenamiento SSD, que acelera las cargas, permite el cambio instantáneo entre juegos e incluso modificará el diseño de muchos títulos en el futuro.
Dentro de Series X se incluye un SSD NVMe de 1 TB de espacio, que deja libres al usuario 802 GB. Debería ser suficiente para instalar un número generoso de juegos, y en nuestras pruebas hemos descargado hasta 27 títulos de Game Pass al mismo tiempo, combinando grandes producciones "triple A" y títulos independientes.
Ahora bien, algunos juegos como Call of Duty: Black Ops Cold War han sorprendido por su excesivo tamaño, que alcanza 190 GB con todos los modos. Xbox Series permite instalar solo determinadas partes de un título (la campaña, el multijugador, texturas 4K para Series X, etc.), pero los estudios deberán esforzarse por optimizar el tamaño de las descargas.
Otros títulos ocupan tamaños más razonables: Forza Horizon 4 son 82 GB, Gears 5 ocupa 80 GB, Fortnite alcanza 38 GB y Star War Jedi: Fallen Order se queda en 39 GB.
Y es que la tarjeta de memoria, con 1 TB extra de igual rendimiento, cuesta 249 euros, una cifra realmente excesiva. Los discos duros externos se pueden usar para instalar juegos de anteriores generaciones, pero no los actuales.
La velocidad del disco SSD es de 2,4 GB/s (4,8 GB/s con compresión), menos de la mitad de PlayStation 5 (5,5 GB/s y unos 8-9 GB/s con compresión), pero son suficientes para acelerar enormemente las cargas.
Los discos mecánicos HDD de la anterior generación alcanzaban con suerte unos 100 MB/s, sufriendo rendimientos irregulares, así que hablamos de una mejora de 20 o 30 veces. El cambio resulta sorprendente, como este ejemplo muestra:
Los 200 GB que ocupa el sistema operativo de Xbox Series X tienen una explicación: la posibilidad de abrir un juego y volver al punto exacto donde lo guardamos en apenas unos segundos, sin pasar por la pantalla de inicio.
El estado del juego se guarda desde la memoria RAM al disco cuando salimos, y al abrirlo de nuevo se restaura al instante, ofreciendo una multitarea realmente rápida, como en este ejemplo:
No todos los juegos soportan aún la función de "Quick Resume", y el espacio reservado del disco limita cuántos pueden recuperarse de esta forma, pero sigue siendo una novedad realmente útil, y que marca una gran diferencia frente a las anteriores consolas.
De cara al futuro, los discos SSD rompen un "cuello de botella" que llevaba años afectando a los videojuegos, es decir, los antiguos HDD no permitían desplegar todo el potencial del resto del hardware por la lentitud de carga.
Poco a poco los desarrolladores dejarán de camuflar los tiempos de carga con ascensores, largos pasillos y trucos similares, además de que en los mundos abiertos se podrá realizar el viaje rápido de un punto a otro del mapa en tiempos hasta ahora impensables.
Es decir, ahora mismo el SSD de Xbox Series X hace que todo funcione más rápido, pero de cara al futuro los mismos juegos evolucionarán gracias a sus nuevas posibilidades.
Sonido 3D a un nuevo nivel
El sonido 3D promete popularizarse con la nueva generación, y Xbox Series X ofrece soporte para los estándares Dolby Atmos y DTS:X, además de generaciones anteriores, como Dolby Digital y DTS Digital Surround.
El audio envolvente lleva décadas con nosotros, primero en el cine y luego en los hogares, pero ahora las mejoras son importantes: en primer lugar, el sonido nos llegará desde diferentes alturas, no solo desde delante, atrás o los laterales.
Pero la ventaja clave de Dolby Atmos y DTS:X para el gaming es que no usan un número fijo de canales para altavoces, sino que tratan los sonidos como objetos colocados en el espacio tridimensional, y adaptan la salida a los altavoces disponibles en cada sistema.
Desde luego, con una barra de sonido o un home theatre disfrutaremos de una gran inmersión, y podremos reconocer dónde están los enemigos u ocurren los eventos por el origen del ruido que generan, con mayor precisión que en el pasado.
Eso sí, esta funcionalidad tiene un coste: habilitar Dolby Atmos cuesta 12,99 euros y DTS:X son 9,99 euros, que pagaremos a través de una app de la Microsoft Store.
Ahora bien, el audio 3D brilla especialmente al usar auriculares. A pesar de utilizar solo dos canales y no requerir unos auriculares específicos, gracias a los nuevos algoritmos proporcionan una sensación de tridimensionalidad mayor que los altavoces, y Xbox Series X soporta las versiones para auriculares de Dolby Atmos, DTS:X y Windows Sonic.
El sonido envolvente será clave en esta generación (también Tempest Audio de PS5 es muy ambicioso), y probablemente los desarrolladores lo aprovechen de forma general. Además, ahora está al alcance de todos en los auriculares, sin necesidad de un caro y aparatoso sistema de altavoces externo.
App muy mejorada, software sin cambios
Mientras que PS5 ha renovado su interfaz, e incluso añadido funciones como las "actividades" para facilitar información contextual en los juegos, en Xbox Series X se ha optado por mantener el mismo sistema operativo, puliendo algunos detalles.
No nos parece una mala opción en absoluto, el software de Xbox One ya era muy bueno, y con estas mejoras va más allá. Además, tanto la nueva como la antigua generación las reciben, pues Microsoft no quiere dejar atrás a nadie.
Entre los cambios encontramos un diseño redondeado de la interfaz, que la Tienda Microsoft ahora es más intuitiva, nuevos accesos directos a las funciones habituales y que se han añadido más opciones de personalización, además de varios retoques menores en diversos lugares.
A modo de exclusiva de Xbox Series X y S se han incorporado fondos de pantalla dinámicos. En general, no hay mucho que comentar del sistema operativo, que funcionaba bien y lo sigue haciendo en la nueva generación.
En cambio, las apps de Xbox para móviles (Android y iOS) han recibido un gran lavado de cara. Microsoft ha impulsado una mayor integración entre sus consolas y los smartphones, y en general lo ha logrado con un sobresaliente.
La app de Xbox para móvil será la encargada de realizar la configuración inicial de Series X, allí podremos introducir la contraseña del WiFi y la cuenta Microsoft, evitando el engorroso teclado en pantalla.
La experiencia es mucho mejor, mientras terminamos de configurar la consola en la aplicación, se bajará la actualización inicial (necesaria para jugar) sin que apenas nos demos cuenta.
Otras funciones de la aplicación Xbox incluyen la posibilidad de encender la consola e iniciar juegos o usar el móvil a modo de mando a distancia virtual. Por ejemplo, si queremos usar Netflix o YouTube en Series X, no necesitaremos coger el controlador físico.
Además, nos deja instalar juegos de forma remota, y hacer streaming para jugar en el móvil con los títulos de la consola. Eso sí, solo de nuestra propia Xbox, pues si tenemos la suscripción Game Pass Ultimate y queremos jugar desde la nube hemos de bajarnos la aplicación propia de Xbox Game Pass.
Puliendo un mando que ya funciona
El mando de Xbox Series X toma como base la anterior generación y mejora diversos detalles. Lo más llamativo es el nuevo botón "Share" ("Compartir") para subir capturas y fragmentos de vídeo a redes sociales y plataformas de streaming.
La cruceta también se ha rediseñado, ahora es un círculo completo con las cuatro direcciones principales resaltadas. En los juegos donde la cruceta es importe, como aquellos en dos dimensiones, se nota la mejora, pero tampoco hablamos de una cruceta excepcional.
Aunque la forma del mando parece idéntica, Microsoft ha realizado retoques para que resulte cómodo en todo tipo de manos. Uno de ellos es una ligera textura en la zona del agarre, que se percibe bastante agradable al tacto.
En nuestra opinión, el nuevo mando es un avance pequeño, pero en la dirección correcta. Sin duda, un enfoque más conservador que el mano DualSense de PlayStation 5, que añade vibración háptica avanzada, micrófono integrado y resistencia adaptable en los gatillos, conservando funciones del DualShock 4 como como el altavoz o el touchpad táctil.
El mando de Xbox Series X sigue funcionando a pilas, una decisión controvertida. Es posible adquirir aparte una batería interna (cuesta unos 25 euros), que se carga mediante el puerto USB-C integrado. Se mantiene un jack de 3,5 mm y el puerto propio de auriculares.
Por último, y quizá lo más importante, hay compatibilidad total entre los mandos de la anterior generación y la actual. Todos los controladores de Xbox One funcionan en Series X y S, al igual que podremos usar los nuevos mandos en las anteriores consolas.
Esto plantea una ventaja para quienes ya tuvieran una Xbox One y quieran usar el multijugador local, pues no necesitarán renovar los mandos que ya poseen.
No directamente relacionado con el mando, pero sí clave de cara al control, es el nuevo sistema de Dynamic Latency Input, que hace más rápida la respuesta, y potencia otras funciones relacionadas con la fluidez, como Variable Refresh Rate y las mayores tasas de fotogramas por segundo.
Catálogo inicial muy pobre
El catálogo de lanzamiento de Xbox Series X es su aspecto más débil, con mucha diferencia. Microsoft ha estrenado en consolas Gears Tactics, y el juego de acción aérea The Falconeer también está disponible, pero tras el retraso de Halo: Infinite no hay ningún gran título "vendeconsolas", y mucho menos exclusivo.
La estrategia ha girado en torno a optimizar juegos anteriores para aprovechar la potencia de la nueva consola, algo que agradecerán quienes no los hayan jugado en el pasado, y decepcionará al resto.
Estos son los juegos optimizados de Microsoft más destacados:
- Forza Horizon 4: 4K HDR y 60 fps.
- Gears 5: 4K HDR, 60 fps (120 fps en multijugador), mejoras en texturas y ray tracing.
- Ori and the Will of Wisps: 4K HDR, 120 fps y mejoras gráficas.
- Grounded: 4K HDR y 60 fps.
- Sea of Thieves: 4K HDR y 60 fps.
Quienes busquen nuevas experiencias deberán apostar por juegos de editoras externas, que en su gran mayoría aprovechan la potencia de Xbox Series X, de un modo u otro. Entre los lanzamientos tenemos Assassin's Creed Valhalla, Watch Dogs: Legion, Dirt 5, Call of Duty: Black Ops Cold War, NBA 2K21 o FIFA 21 con su actualización gratis desde la versión de Xbox One.
Sin olvidar el esperadísimo Cyberpunk 2077, que si no se retrasa de nuevo, será el título estrella de las Navidades de 2020.
La debilidad de Xbox en exclusivas frente a PlayStation se arrastra desde su primera consola, y parece que al fin hay intención de solucionarla. La marca lleva ya años adquiriendo algunos estudios de primer nivel, y la compra de Bethesda por parte de Microsoft ha sido la culminación de estos esfuerzos.
En los tráilers de los juegos de Xbox Series X y S hemos visto exclusivas (siempre compartidas con PC) que pintan bien, como el nuevo simulador Forza Motorsport, la aventura de terror The Medium y un Fable.
Dos grandes estudios preparan nuevas franquicias: Avowed de Obsidian y Everwild de Rare, a lo que hay que sumar sagas míticas de Bethesda (Doom, The Elder Scrolls, Fallout, etc.), que no serán exclusivas, pero llegarán "antes o mejor" a Xbox, según la compañía. Todas propuestas prometedoras, pero sin fechas firmes ni apenas detalles.
Mientras tanto PlayStation 5 ha subido el precio de los juegos, pero su catálogo de lanzamiento es bastante mejor. Incluye Spider-Man: Miles Morales, el remake de Demon's Souls y Sackboy: Una aventura a lo grande.
También hemos visto los tráilers de juegos de PS5, con exclusivas del nivel de Horizon: Forbidden West, Final Fantasy XVI, Gran Turismo 7 o Ratchet & Clank: Rift Apart.
Sin olvidar que no sabemos en qué trabaja Naughty Dog (quizá un nuevo Uncharted o The Last of Us), que God of War: Ragnarok está ya en desarrollo y que el resto de los PlayStation Studios tendrá proyectos sin anunciar.
Por lo tanto, y pese a los esfuerzos de Microsoft, tanto el catálogo de lanzamiento como a corto/medio plazo es muy superior en PS5 que en sus máquinas.
Game Pass: el "chollo" los gamers
Además de su potencia técnica, el otro gran atractivo de Series X es la suscripción Xbox Game Pass, una especie de "Netflix de los videojuegos" que nos permite acceder a un amplio catálogo de calidad a un precio muy asequible.
Microsoft estrena todas sus exclusivas en Game Pass desde el primer día, y suele conseguir que muchos títulos estrella de las editoras externas acaben en el servicio, aunque sea con bastantes meses de retraso y solo estén disponibles una temporada.
De todas formas, si no tenemos prisa por disfrutar de los lanzamientos ni nos gusta coleccionar juegos físicos, con Game Pass podemos ahorrar mucho dinero. Haciendo cuentas, la versión básica sale por 120 euros al año, que en PS5 o Nintendo Switch apenas daría para dos o tres títulos de perfil alto.
Por el mismo precio, en Game Pass podremos jugar a decenas de títulos al año, pues en todo momento incluye más de 100 juegos (de Xbox 360, Xbox One y Series S/X), que van rotando de forma periódica.
Además, también existe la versión Ultimate con numerosos extras. Concretamente, estas son las dos modalidades con sus precios y servicios incluidos:
- Game Pass: acceso a 100 juegos cambiantes por 9,99 euros al mes.
- Game Pass Ultimate: Game Pass estándar + Game Pass para PC + EA Play + xCloud por 12,99 euros al mes.
EA Play es un servicio de suscripción similar a Game Pass (un competidor, en realidad) con muchos títulos de Electronic Arts. Su precio en Xbox por separado es de 3,99 euros al mes, aunque no incluye los últimos estrenos. Las novedades solo están disponibles en EA Play Pro, que cuesta 14,99 euros al mes y es exclusivo de PC.
Jugando en Android desde la nube
Por su parte, xCloud es el servicio de gaming en la nube de Microsoft. Su lanzamiento es reciente, y se ha optado por incluir xCloud dentro de Game Pass Ultimate, destinado en exclusiva a smartphones y tablets Android.
No funciona en otras plataformas, y en iPhone y iPad no se ha lanzado por las restricciones que Apple aplica a este tipo de servicios. La polémica aún es reciente, y no sabemos qué ocurrirá, por ahora Apple no se ha puesto de acuerdo con los afectados para darles acceso, entre los que están competidores como Stadia de Google o Luna de Amazon.
Jugar al catálogo de Game Pass en móviles y tablets Android es un extra interesante, si bien necesitaremos enlazar el mando de la consola para el control, o bien comprar un accesorio específico. Unos pocos juegos, con un control sencillo, se han optimizado para la pantalla táctil:
Para obtener unos buenos resultados necesitaremos una conexión rápida (mejor fibra que ADSL) y WiFi a 5 GHz en lugar de 2,4 GHz. Es posible que en el futuro jugar con 5G sea una opción muy interesante, pero la escasa cobertura actual exige esperar un poco para que se popularice.
Dado que el juego en streaming forma parte de la suscripción de Game Pass Ultimate, en Microsoft lo han incluido dentro de la app de Game Pass para Android, en vez de la aplicación principal de Xbox, que en cambio nos deja jugar en el móvil desde nuestra propia Series X (no los servidores en la nube).
Es una decisión extraña, aunque tampoco nos parece inadecuada. Eso sí, Microsoft ha descuidado su propia plataforma, y por ahora desde la app para Windows de Xbox no se puede jugar a xCloud ni hacer streaming local con nuestra Series X al PC, algo que esperamos que cambie en el futuro.
Un ecosistema gaming sin rival
Desde mediados de la pasada generación, cuando se confirmó el fracaso del planteamiento inicial de Xbox One (a medio camino entre el gaming y el centro multimedia), Microsoft lleva creando un nuevo ecosistema de videojuegos, tras poner a Phil Spencer al mando de la división Xbox.
Game Pass y xCloud son la base de ese ecosistema, pero no los únicos elementos. Por ejemplo, Microsoft considera que Xbox y PC son plataformas igual de importantes, así que sus juegos salen para ambas, sin exclusivas para las consolas.
Ofrecen funciones de Cross Buy, de modo que comprar la versión de Xbox nos da acceso a la de PC, y viceversa. También soportan Cross Play, para continuar la partida guardada desde cualquier dispositivo gracias a la nube, ya sea una consola Xbox, un PC o móviles Android.
La llegada de la nueva generación ha añadido Smart Delivery, un sistema que detecta el dispositivo que tenemos e instala la versión adecuada del juego. Es decir, los poseedores de Gear 5 en Xbox One, por poner un ejemplo, recibirán la versión de Xbox Series X en la nueva consola sin tener que volver a comprarlo.
Todos los títulos propios de Microsoft usarán Smart Delivery, y también algunos de editores externos. Sin ir más lejos, FIFA 21 ofrecerá esta función, aunque el hecho de que Xbox Series S no tenga lector de discos impedirá que quienes compren la edición física de Xbox One la aprovechen.
PlayStation 5 también dispone de un sistema similar respecto a PS4, que FIFA 21 y otros juegos utilizan, pero no parece que vaya a ser tan habitual, y ni siquiera todos los títulos propios de Sony lo implementarán.
Dentro del ecosistema debemos mencionar también a Xbox Series S. Aunque no es la consola que analizamos en esta review, resulta interesante que Microsoft haya optado por dos modelos tan diferentes.
La Series S se enfoca a los jugadores menos exigentes, o con un presupuesto limitado. Su potencia no le permite alcanzar el 4K, así que servirá para quienes sigan con un televisor Full HD. A cambio, el precio baja a solo 299 euros, si bien no incluye lector de discos, así que nos hace depender de la tienda digital o de la suscripción Game Pass.
Todas estas funciones se han ido implementado a lo largo de varios años, y es con la llegada de Xbox Series X y S cuando las piezas encajan perfectamente. Microsoft ha creado un ecosistema de videojuegos mucho más completo que PlayStation 5, siendo además mucho más accesibles los juegos gracias a Game Pass.
Series X pondrá las cosas difíciles a PS5
Microsoft encara la próxima "guerra de consolas" en una posición muy fuerte, quizá más igualada respecto a Sony que nunca en los 19 años que llevan compitiendo en el sector. Desde luego, Xbox Series X es un consola potente y atractiva, que tiene muchos argumentos para convencernos.
A todo esto hay que sumar los "extras" alrededor de Xbox Series X, como la económica suscripción a Game Pass, la posibilidad de jugar en Android desde la nube o la integración con el gaming en Windows 10.
Por el lado negativo, el catálogo de lanzamiento de Xbox Series X es muy pobre y, pese a la compra de un gran número de estudios de desarrollo, no sabemos cuándo los juegos exclusivos de Microsoft se acercarán al nivel de Sony, que lleva años de ventaja.
Desde luego, podemos recomendar Xbox Series X, aunque PlayStation 5 también es una máquina excelente, y la decisión depende básicamente de los juegos que nos interesen más y de si el ahorro a largo plazo que supone Game Pass nos convence.
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Puntos fuertes de Xbox Series X en nuestra review
- Potencia gráfica para 4K a 60 fps, incluso 120 fps.
- Cargas rápidas y gran fluidez gracias al SSD.
- Multitarea instantánea entre juegos.
- Variable Refresh Rate (VRR) mejora la fluidez.
- Game Pass ofrece una gran relación calidad-precio.
- Posibilidad de jugar en Android con Game Pass Ultimate.
Puntos débiles de Xbox Series X en nuestra review
- Catálogo de lanzamiento deficiente.
- Falta de buenos juegos exclusivos a corto/medio plazo.
- Un televisor con HDMI 2.1 es muy recomendable.
- Ampliación del SSD muy cara.
Nuestra valoración
- Gráficos: 10
- Sonido: 9
- Hardware: 9
- Diseño: 8
- Sistema operativo: 9
- Juegos: 6
- Ecosistema: 10
- Precio: 8
- Puntuación global: 8.6
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