¿Qué monitor es mejor para jugar?

¿Qué monitor es mejor para jugar?

A la hora de comprar un PC para jugar, nos solemos fijar en la tarjeta gráfica, el procesador, la RAM... ¡incluso en que la caja tenga luces! Pero el monitor representa un tema clave, que no siempre recibe la merecida atención. Así que vamos analizar qué monitor es mejor para jugar por medio de una guía que explique sus diferencias.

No podemos negar que el tema resulta muy, muy complejo, pero realizaremos una introducción completa para que el usuario medio tenga claro qué factores considerar. No se le exige lo mismo a un monitor gaming que a uno de oficina o de un diseñador gráfico, desde luego.

Así que a continuación repasaremos los aspectos que permiten escoger el mejor monitor para jugar. Obviamente, cuanto más gastemos, mejor monitor conseguiremos, pero tampoco sirve de nada tener mucho presupuesto si decidimos mal.

Imagen - ¿Qué monitor es mejor para jugar?

La resolución, un aspecto peliagudo

Empezamos con el tema más delicado, porque no se puede dar una respuesta sencilla ni universal a la mejor resolución de un monitor de gaming. Querremos jugar en la misma resolución nativa que el monitor. Si tenemos un monitor 2K/WQHD (2.560 x 1.440 píxeles) y nuestro equipo solo puede con Full HD (1.920 x 1.080 píxeles), notaremos una bajada de la calidad por la necesidad de "inventar" píxeles.

Si nuestro ordenador está sobrado para la resolución del monitor, es una pena que no le saquemos todo el partido posible. El problema es que cada uno tiene unas exigencias con los juegos, que determinan la resolución a la que se muestra. Podemos configurar el nivel de detalle, los filtros y otros aspectos. Además, hay quien le llega con jugar a 30 fotogramas por segundo, y quien exige los 60 fotogramas por segundo.

Así que, en el momento de comprar un monitor, toca hacer los "deberes". Debemos buscar pruebas de rendimiento la tarjeta gráfica que nos interese con los juegos que nos atraigan. Algo que va cambiando cada poco tiempo, por desgracia. En base a estos datos, podremos decidir una resolución. Incluso una tarjeta sencilla como la GTX 950 cumple para el jugador medio a Full HD, pero las variables y los requisitos a considerar son muchos.

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Es difícil simplificar tanto este tema pero, en general, los monitores Full HD representan una buena opción. Es más que probable que equipo actual pueda mover juegos a esa resolución, aunque sea bajando detalles. Apostar por 2K ya supone arriesgar más, sería mejor tener una tarjeta potente como una GTX 970.

Los monitores 4K (3.840 x 2.160 píxeles) tienen una ventaja, porque se pueden bajar a Full HD sin perder calidad (aunque sí detalle). Eso sí, para jugar a 4K nativos necesitamos una tarjeta realmente potente, como una GTX 980Ti/1080 o una Radeon Fury.

¿Qué panel escojo?

Tradicionalmente, los paneles TN han sido los favoritos de los gamers, porque responden muy bien ante los movimientos rápidos. La calidad del color y los ángulos de visión no son los mejores, pero han ido mejorando.

Sin embargo, a día de hoy se muchos de los mejores monitores para jugar son IPS. Los tiempos de respuesta se han reducido, y la calidad de imagen es muy buena. Eso sí, hay que fijarse que un monitor IPS se haya diseñado para gaming, y no para tareas como diseño gráfico.

Otras tecnologías como PLS o IGZO también nos darán buenos resultados, pero con costes mayores. Lo clave en los monitores es la velocidad a la que los píxeles son capaces de cambiar de color, porque eso evita efectos indeseados.

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En general, a día de hoy se juega mucho con paneles IPS, que son asequibles y dan buenos resultados. Se han convertido en una buena apuesta para el usuario medio, aunque depende también de la tasa de fotogramas a la que aspiremos y el tipo de juegos que nos gusten, que no siempre son igual de dinámicos.

G-Sync, FreeSync y la tasa de refresco

Las tarjetas gráficas no envían imágenes al mismo ritmo al que se actualiza el monitor. Eso provoca defectos gráficos molestos. G-Sync es la propuesta que incluyen las tarjetas gráficas Nvidia para corregirlo, y FreeSync la de AMD. Por desgracia, debemos escoger un monitor con la tecnología que soporte nuestra gráfica, ya que resultan incompatibles entre sí.

G-Sync se considera algo superior a FreeSync, pero los monitores que la integran son más caros. En cualquier caso, se tratan de tecnologías que un jugador querrá tener, así que deberíamos intentar que nuestro monitor las soporte. Desde luego, un monitor para gaming es mejor si las incluye.

El jugador medio se conforma con juegos a 30 fotogramas por segundo o a 60. Pero en el mercado hay ya bastantes monitores que funcionan a 144 hercios de tasa de refresco. Aportan una fluidez y una capacidad de reacción importante en determinados juegos competitivos online, como los de disparos. Eso sí, debemos comprobar que nuestro equipo sea capaz de generar tantas imágenes por segundo.

¿16:9 o 21:9? ¿Plano o curvo?

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Ya hemos visto que en el mercado dominan los monitores panorámicos de formato 16:9, pero la verdad es que los de 21:9 resultan atractivos. Son mucho más anchos, por lo que ofrecen una mayor sensación de inmersión. Representan una opción a considerar por cualquier aficionado.

Por desgracia, tenemos que advertir que muchos juegos mínimamente antiguos dan problemas con el formato 21:9, o sencillamente no lo soportan. Incluso algunos actuales no permiten usarlo, aunque empieza a volverse una opción común. Así que los monitores ultrapanorámicos son llamativos, pero aún no se han asentado en el mercado.

Respecto a un monitor curvo, es un tema que depende del gusto de cada uno. Obviamente, la curva supone un coste adicional y no se puede decir que aporte nada tangible. Pero muchos jugadores encuentran los monitores curvos más inmersivos, sobre todo si son de formato 21:9. Un televisor curvo lo pondremos a metros de nosotros, pero un monitor está cerca, así que tendremos la sensación de que nos "envuelve".

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El dinero, siempre la clave

Ya ves que escoger qué monitor es mejor para jugar no es nada fácil. Esperemos que esta guía te sirva de introducción al tema, pero reconocemos que se puede profundizar muchísimo en cada uno de estos apartados. En general, una apuesta segura es un monitor Full HD alrededor de las 22 o 24 pulgadas, en formato 16:9 y con G-Sync/FreeSync (y un buen tiempo de respuesta, claro). Pero cada uno tiene sus preferencias.

Al final, el presupuesto se trata del aspecto clave. Hay monitores gaming que pasan ampliamente de los 1.000 euros, pero también encontramos modelos mucho más humildes. Hay que analizar bien lo que necesitamos, lo que queremos gastar y optar por un producto con una buena relación calidad-precio.

¿Qué opinas de esta guía? ¿Tienes claro qué monitor comprar, o te parece un tema demasiado complejo?

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