Hay muchas razones para no compartir fotos de menores en Internet, incluso aunque sean nuestros hijos. Recientemente, una investigación ha sorprendido al revelar que un gran número de fotos o vídeos de niños y niñas que suben sus padres a redes sociales acaban en las bibliotecas de pederastas condenados.
Subir fotos de menores a Instagram, Facebook o TikTok parece a veces una buena manera de compartir con amigos y familiares el día a día de nuestros hijos. Con los ajustes de privacidad adecuados, en teoría los desconocidos no deberían verlas ni descargarlas.
Un estudio de dos criminólogos de la Universidad de Valencia ha dado un dato inquietante. El 72% de los agresores de menores tenían fotos de redes sociales en su biblioteca, que no eran pornografía infantil, y ni siquiera estaban sexualizadas.
El estudio se realizó sobre agresores condenados en España que almacenaban pornografía infantil y que también habían cometido abusos físicos. Es decir, la Policía Nacional se encontró que buena parte del contenido multimedia (imágenes y vídeos) no era ilegal en sí, pues fue subido a Internet por los padres o la familia de los menores.
Por lo tanto, es otro poderoso argumento para no subir fotos de niños y niñas a Internet, pues cabe la posibilidad de que acaben en las peores manos posibles. Por no hablar de que, cuando sean adultos, quizá no les agrade que toda su infancia esté publicada en Instagram, Facebook y otras redes sociales.
La posibilidad de que las imágenes y vídeos de menores sean utilizadas por pederastas está muchas veces presente, pero como algo poco concreto. Los datos de las detenciones Policía Nacional española apuntan a que es algo habitual, y que debería ponernos en alerta.
Incluso se han encontrado vídeos de YouTube, de nuevo sin ningún material explícito, donde se señalaban momentos con connotaciones sexuales para la comunidad de pederastas. Son problemas muy difíciles de detectar, pues el material en sí cumple las normas, y localizar estos patrones de uso abusivo resulta complejo tanto para los moderadores humanos como para los algoritmos.
Un estudio de la Unión Europea estima que casi un 90% de los menores sube fotos mensualmente a redes sociales, primero por parte de sus padres, y luego por ellos mismos, así que la amenaza es importante.
El debate de a qué edad comparar un móvil a los hijos sigue presente, y es un factor problemático. No solo porque los preadolescentes puedan subir sus fotos a Internet, también por el riesgo de que potenciales abusadores contacten con ellos a través de las redes sociales.
De hecho, en algunos casos los agresores emplean fotos robadas de menores para engañar a sus víctimas, lo que es otro argumento para no publicarlas en la red.
Al final, la conclusión no sorprende, ya sabíamos que subir fotos de menores a Internet es una mala idea, y esta investigación demuestra los serios que son los peligros. Existen sistemas de control parental como Family Link en Android para controlar la actividad de los niños, pero no sirven de nada si los propios padres no se toman en serio de la ciberseguridad.
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