Grindr, la conocida aplicación de citas, se dedicaba desde el año 2017 a recopilar información de sus usuarios para luego venderla. Lo hacía a través de los intercambios de anuncios en tiempo real.
Las más conocidas son Tinder, Badoo o Meetic, pero existen numerosas aplicaciones dedicadas al ámbito amoroso, concretamente a establecer citas entre sus usuarios. Una de ellas es Grindr, la app de citas fundada en 2009 y famosa por enfocarse en el segmento de hombres gays y bisexuales.
Sin embargo, esta vez Grindr no es noticia por un aumento en sus millones de usuarios. Lo que ha ocurrido, es que se ha destapado que la aplicación recopilaba los datos de todos esos usuarios y los vendía a través de redes publicitarias.
La idea es bastante sencilla, y fue realizada a través de los llamados intercambios de anuncios en tiempo real. Supuestamente, todo el mundo salía beneficiado, ya que los usuarios recibían mensajes personalizados con los restaurantes, locales y hoteles más próximos a ellos.
Esto funcionaba cada vez que una persona, con smartphone y cuenta en Grindr, navegaba por cualquier aplicación o web con espacio publicitario. Entonces, el teléfono móvil se dedicaba a compartir ciertos datos (ubicación, datos demográficos, registros, etc.) con dicho espacio para contribuir en la orientación de los anuncios.
Si te interesa saber cómo cambiar la ubicación en Grindr o cómo utilizar la app desde el ordenador, estos artículos te guiarán y resolverán todas tus dudas.
La peor parte se la llevan los usuarios, desconocedores en muchos casos del proceso que se desarrolla en sus teléfonos móviles en cuestión de microsegundos. Este es el caso concreto de Grindr, pero rara es la app que se libra de este intercambio de anuncios en tiempo real.
Pues bien, dicha información quedó a disposición de venta desde el año 2017, como mínimo, y lo más preocupante es que no descartan que aún se puedan recuperar ciertos datos históricos de los usuarios. Por suerte, hace dos años Grindr decidió terminar con el flujo de datos de todas las redes publicitarias digitales, poniendo fin a la recopilación.
El portavoz de Grindr, Patrick Lenihan, salió en defensa de su aplicación alegando una mejora en la privacidad desde principios de 2020. Según cuenta, el flujo de información compartido con socios publicitarios se encuentra muy por debajo del que comparten otras grandes empresas del sector tecnológico.
Pero hasta aquello, los datos de muchas personas conectadas en Grindr se movieron libremente entre clientes de una empresa de publicidad móvil. Estos no contenían datos tan relevantes como nombres completos o números de teléfono; pero sí daban excesivas pistas sobre las identidades de los usuarios, como los lugares de trabajo y domicilios.
En definitiva, esto solo es una prueba más del poder que tienen los dispositivos inteligentes, y especialmente del daño que pueden ocasionar si no se cuida la privacidad de los usuarios por encima de cualquier cosa.
Además, la relevancia del caso aumenta al conocerse que los datos de Grindr fueron utilizados como ejemplo para varias agencias del gobierno estadounidense. La presentación consistía, precisamente, en los riesgos que conlleva la posesión de información personal por parte de las empresas.
Y la gravedad del asunto escala un peldaño más si pensamos en que la homosexualidad sigue siendo considerada como un delito en muchos países. Por tanto, semejante flujo de información podría poner a millones de personas en graves problemas, siendo llevadas a juicio o incluso con pena de muerte.
A modo de conclusión, siempre es mejor pecar de precavidos en cuanto a la información que compartimos con nuestros dispositivos inteligentes. Y prueba de ello es este caso de Grindr vendiendo los datos de sus usuarios.
Vía: WSJ
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